Gavilán cazó a su cuñado en palenque de Petatlán
- El Gavilán cazó a su cuñado en palenque de Petatlán
- Ficha de la FGR revela el perfil violento y la alianza con el PRI local del autor intelectual de la matanza del 6 de enero en Guerrero
- Una ficha de la Fiscalía General de la República revela el perfil violento del autor intelectual de la matanza del pasado 6 de enero en Guerrero y su alianza con el PRI local
El acta de nacimiento del autor intelectual de la masacre de 13 personas en la localidad de Petatlán, Guerrero, asienta un nombre: Edilberto Bravo Barragán.
Pero en la Costa Grande del estado pocos saben o recuerdan completo ese nombre y apellidos. En cambio, le llaman El Gavilán, alias que guarda un macabro sentido: al igual que las aves depredadoras, este criminal vive en conflicto permanente con los seres humanos y el pasado 6 de enero cazó a su cuñado y ex aliado en el palenque.
Una ficha elaborada en 2019 por la Fiscalía General de la República (FGR) para el programa Impunidad Cero, a la que MILENIO tuvo acceso, lo perfila como un hombre que hoy tiene 51 años, violento, bravucón y que elige a los más débiles como sus presas; alguien orgulloso de que, antes de despedazar a sus víctimas, las atrapa y hiere tanto como puede.
El documento es también un retrato del hábitat donde se mueve El Gavilán: la Costa Grande de Guerrero, un territorio cuyos cacicazgos políticos del siglo pasado se transformaron en los liderazgos criminales de la actualidad, donde las relaciones de poder se establecen entre capos y políticos mediante compadrazgos —sin afectos— y donde el Poder Judicial opera bajo las instrucciones del crimen organizado, según plantea el Ejecutivo.
La ficha ubica que sus abuelos y tíos fueron adiestrados por las brigadas blancas que implantaron el terror en las zonas rurales del estado, para darle a caciques amplias franjas del territorio y sus recursos naturales.
Su padre, un tal N. Bravo, trabajó codo a codo con el cacique más poderoso de Petatlán en el siglo pasado, Rogaciano Alba Álvarez, un fallecido narcotraficante que se presentaba como representante de ganaderos; hay versiones de que la abogada Digna Ochoa fue una de sus víctimas.
“Creció entre asesinos, ¿cómo no se iba a volver uno?”, ironiza un miembro de la Guardia Nacional que a principios del sexenio estaba desplegado en Zihuatanejo; “su familia tenía o tiene una casa ahí por San Jeronimito, mero Petatlán, y ahí donde era el patio decían que había campesinos enterrados... desde chico andaba cerca de la muerte”.
El niño que en los años 70 jugaba sobre fosas clandestinas creció hasta convertirse en un adulto despiadado cuyo sello es matar con alevosía a hombres, mujeres y niños como si se tratara de gallos, gallinas y pollos en un corral.
El Gavilán regresó para imprimir su huella justo en un palenque donde se libraba una pelea de gallos y en la que habría estado un ex aliado por el que se sentía traicionado. Ataque por la espalda Bravo Barragán surcó su propia ruta: a diferencia de su padre, se alió con Los Caballeros Templarios después de varios viajes a Michoacán para llevar a Guerrero nuevas semillas que engendraran variaciones más potentes y adictivas de la mariguana.
De aquellos años, a principios del siglo, proviene su apodo El Ave; Bravo Barragán contaba que era porque cruzaba la Sierra de Petatlán con avionetas cargadas de mota, aunque otros narran una versión menos fantasiosa: siempre estaba volando, bien high, drogadísimo con el producto que ofrecía a dealers en la zona Diamante de Acapulco.
Solo la mariguana le cortaba las alas a esa personalidad violentísima; sin ella, y a merced del alcohol y la cocaína, su furia se perdía en alturas pavorosas. Ordenaba secuestrar rivales, torturar policías rebeldes, matar a deudores y desaparecer cuerpos en los ríos del pueblo ayudado de piedras.
“Hay una historia que se cuenta por acá: le gustaba tanto su apodo que le pedía a su gente que estudiara cómo mata un gavilán para hacerle lo mismo a sus rivales; así aprendió a agarrarlos por la espalda, le gustan las emboscadas tipo militar”.
Dos relaciones definirían su vida con otros hombres sobresalientes, según la ficha creada en la FGR: su cuñado y narcotraficante Oliver Sánchez Coria, El Ruso, y el político petatleco, ex alcalde de Zihuatanejo y hoy presidente estatal del PRI, Alejandro Bravo, quien ha negado tener amistad con ellos.
Pero, de acuerdo con el informe del gobierno federal, El Gavilán pudo sobrevolar la caída de Los Caballeros Templarios y planear la fundación de su propio grupo criminal llamado Guardia Guerrerense… hasta que en 2016 agentes de la Policía Federal se adelantaron a uniformados estatales y lo aprehendieron junto a sus guardaespaldas; la investigación de un empresario secuestrado los llevó hasta su guarida.
El Gavilán estuvo seis años preso, los mismos que pasó El Ruso cooptando la estructura de la Guardia Guerrerense para ponerla al servicio del cártel Jalisco.
Con las garras afiladas En septiembre de 2022, el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Guerrero, Benjamín Gallegos Segura, ordenó la excarcelación del Gavilán… un tecnicismo abría la pajarera.
Menos de tres amigos separaban al juez del criminal beneficiado con la orden de devolverle la libertad: el magistrado Gallegos Segura había sido designado por órdenes del entonces gobernador priista Héctor Astudillo, cuyo jefe de Oficina era Alejandro Bravo, supuesto “compadre” y vecino del Gavilán no solo en los informes de la FGR, sino también en los dichos del obispo emérito de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza.
La decisión del magistrado sacudió a Palacio Nacional; su nombre y su decisión llegó hasta la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador para exhibirlo, pero de poco sirvió: El Gavilán volaba libre ya sobre la sierra de Petatlán y con las garras afiladas para recuperar el grupo criminal que, según él, le fue arrebatado por su cuñado.
El 6 de enero de 2023 fue su primera cacería en el año; cerca de las 20:20 horas, sus pistoleros acribillaron —entre las 13 víctimas mortales— a dos adolescentes de 16 años, además de herir a 21 personas durante una exhibición de gallos a la que, según ellos, asistiría gente del Ruso.
La parvada atacó como les gusta a las aves depredadoras de la categoría de Bravo Barragán: por sorpresa, por la espalda y aprovechando la debilidad de sus presas —como don Lázaro Torres Chávez, de 70 años, herido de bala en las piernas. _