Cuenta corriente
- Calibrar será la política ¡si Mr. Trump no nos la aplica!
Aún después del ajuste de 50 puntos base a la tasa de referencia del Banco de México, decidido por cuatro votos a favor (incluyendo el del subgobernador Gabriel Cuadra) y uno en contra (el subgobernador Jonathan Heath), la tasa de política monetaria o tasa nominal de 9.5%, sigue siendo más del doble de la inflación actual (3.69% la tasa de inflación anual a la primera quincena de enero).
Premio demasiado elevado que, dada la desaceleración económica experimentada en México, resulta en una hiperrestricción no justificada por la evolución de la inflación.
De hecho, el comportamiento observado de las tasas reales exante (con inflación futura) y expost (con inflación pasada) desde 2022 a la fecha es tan alta, que coincide con el observado entre 1997-2000, antes de que se implementara la política de inflación por objetivos y durante el periodo más agudo de la crisis financiera de 1995. Entonces se observaba la primera en 5.08% y la segunda en 5.45 por ciento. Otro periodo donde la tasa real exante se situó por arriba del promedio fue durante 2008-9 cuando la crisis financiera global pegó en México por el tema de los derivados corporativos. Se situó entonces en 3.37 por ciento.
Tras el incremento de la inflación en México poscovid-19, la tasa de inflación anual más alta fue la de 2022 de 7.9%, y la tasa nominal o de referencia monetaria alcanzó 11.25% en marzo de 2023, la más alta desde 2000 y pese a que, en el último año, la tendencia de la inflación, en el caso de la subyacente, fue a la baja y, la general también se desaceleró. Las últimas lecturas la han situado dentro del rango objetivo de la política monetaria de 3.0% +/- 1.0, por lo que en el último año, pese al ajuste de 1.25 puntos porcentuales acumulado antes de ayer, la tasa real expost se situó en 5.81 y la exante (inflación futura) en 6.2 por ciento. ¡Más de dos veces la inflación! De ahí que la palabra utilizada “calibrar”, tanto en el documento de política monetaria de 2025 presentado al Congreso por Banxico, como en el anuncio de ayer de política monetaria es el vocablo más esperado para entender hacia dónde se dirige.
En el comunicado se destacó que se evaluó el “significativo avance en la resolución del episodio inflacionario derivado de los choques globales” para bajar en 50 puntos base la tasa a 9.50. Como señalé, el nivel es muy elevado si se toma en cuenta la referencia inflacionaria.
Por ello, el que se comunique “que hacia adelante podría continuar con la calibración de la postura monetaria y considerar ajustarla en una magnitud similar” (otros 50 puntos base) en la reunión del 27 de marzo, permite prever que si la inflación continúa disminuyendo y el riesgo de aumento de aranceles a las exportaciones mexicanas que se ha pospuesto por un mes no genera el impacto esperado en la economía mexicana (recesión) y en la relación peso-dólar (mayor devaluación con efecto sobre precios), podría haber no uno sino varios ajustes que permitan llevar la tasa real a nivel neutral.
Si observamos el cuadro de la trayectoria esperada de la inflación, la expectativa para 2025 es que la inflación general se sitúe en promedio entre 3.8%-3.3% con variaciones mensuales ligeras, a menos que Trump “nos la aplique”.
Por ende, la tasa tiene margen no para bajar otros 50 puntos base hacia 9.00%, sino 200 puntos base hacia un rango de 7.0%- 7.50%, nivel en el que también juega en favor de la tasa mexicana el diferencial adecuado sobre la tasa nominal de Estados Unidos.
Lo único que podría jugar en contra de la “calibración monetaria”, que implica llevar la tasa real a niveles promedio de 2.6%-2.8% (algunos le llaman tasa neutral otros, tasa natural) por arriba de inflación para periodos de incertidumbre, serían tres factores: un choque negativo para el crecimiento económico por un arancelazo de Trump por su previsible impacto en menor producción y empleo; una depreciación cambiaria sustantiva con efectos sobre la inflación (atribuible a Trump), y el incumplimiento del programa de ajuste macroeconómico para estimular el crecimiento económico con deuda pública.