El MP fabrica plagio y bebé acaba fichada

Portada    martes, 11 de marzo de 2025

  • El MP fabrica plagio y bebé acaba fichado
  • Irregularidades
  • Keren, víctima de agentes federales y veracruzanos en 2015, afronta sentencia de 50 años en Tlaxcala
  • Keren, víctima de abusos por parte de policías federales y tlaxcaltecas en 2015, afronta una sentencia de 50 años de prisión luego de ser acusada de secuestrar a una persona

El 11 de diciembre de 2015, Keren Ordóñez apenas tenía 19 años, pero ya cargaba en sus brazos a una bebé de cuatro semanas; el papá de su niña, Fernando, tenía 17 años, así que ni siquiera se fue a vivir con él.

Pero la Navidad se acercaba, Keren se armó de valor y lo llamó para pedirle dinero, aunque sea para los pañales.

El muchacho, al otro lado del teléfono, le contestó que estaba trabajando y que aún no le pagaban; “luego te regresó la llamada”, le dijo, y colgó.

Desde el patio de la casa, el hermano y el papá de Keren le gritaron con hartazgo que era inútil buscarlo: “¿para qué le llamas?”.

A las 8 de la noche Fernando cambió de opinión y llamó a Keren con una noticia: consiguió dinero para los pañales, pero no sería tan fácil que se los diera... había una condición: ella tenía que ir a recogerlo en una casa donde lo habían contratado para hacer la limpieza.

La joven llegó a la colonia Herón Proal, en la capital veracruzana; ahí estaba Fernando, parado frente a una casa color melón con un portón de rejas blancas.

Keren caminó hacia él, lo saludó y dos minutos después estaban rodeados de seis coches, de donde bajaron hombres armados; eran policías federales y de Tlaxcala.

Estaban fuera de su estado, pero eso para ellos era lo de menos.

Keren recuerda esos momentos brumosos: hay sensaciones como el dolor por los jalones de pelo o la fuerza de un hombre apachurrando su pequeño cuerpo. O las imágenes de un auto Jetta negro al que la subieron a golpes; sin saber por qué, se la llevaron… solo atinó a gritar que le llamaran a su madre para que se llevara a su bebé. —Déjenla ir —dijo uno de los policías, apiadándose de la joven.

—No es quién la hizo, sino quién la va a pagar —respondió otro, sin dudar.

¿Quién es Diana? Le taparon la cabeza con una chamarra, le amarraron las manos con una franela, le vendaron los ojos y cuando el carro avanzó llegaron los primeros golpes; el dolor era tan intenso que solo pudo gritar “¡tengo una cesárea!”.

Hacía solo cuatro semanas que había dado a luz a su bebé en el Hospital Regional de Xalapa Dr.

Luis F. Nachón; tuvo un parto complicado, pues había llegado al final del embarazo con anemia y preeclampsia.

“¡Hija de tu puta madre, vas a decir que tú y tu marido secuestraron a Diana!”, le repetían los policías; Keren trataba de recordar ese nombre, pero no sabía quién era.

Se vinieron más gritos: “¡Pásame la bolsa, que esta pendeja no va a hablar!”.

Fueron unos 20 minutos los que se la pusieron y quitaron de la cabeza para asfixiarla; creyó que iba a morir cuando de pronto escuchó el llanto de su bebé,  lo que la trajo de regreso a la Tierra. El carro en que la trasladaron se detuvo, pero también los gritos de su hija; fue cuando le entró una desesperación atroz.

—¿Dónde está mi bebita? — preguntó.

—¡Si quieres volver a verla, vas a tener que cooperar con nosotros! —le dijeron los federales.

“Yo me acuerdo que le decía a Dios que le cambiaba mi vida por la de mi bebita”, relata.

“En calidad de detenida” Finalmente trasladaron a Keren a lo que parecían ser unas oficinas, o al menos eso creyó porque entre las vendas alcanzó a ver unas computadoras; hoy sabe que era la Procuraduría Estatal de Veracruz (hoy fiscalía).

Justo ahí ocurrió lo innimaginable: las autoridades ministeriales realizaron un certificado de “integridad física a la bebé”, en donde aseguraron que se examinó a una “niña de un mes de edad, en calidad de detenida”.

La siguiente parada de tortura fue en Huamantla, Tlaxcala, donde le exigieron que confesara que había secuestrado a la tal Diana en ese lugar, pero ella les dijo que no sabía de qué hablaban.

“Pinche vieja, ¿quieres que le hagamos lo mismo a tu hija que a ti?”; Keren les suplicó que no y uno de los policías le respondió con unas cachetadas para que se callara.

Alrededor de las 5 de la mañana del 12 de diciembre de 2015 —tras 10 horas retenida ilegalmente— la presentaron en las oficinas de la Procuraduría Estatal de Tlaxcala (hoy fiscalía); esa sería la última vez que tuvo a su bebé en brazos, pues unas horas después se la quitaron.

Desde hace nueve años Keren está presa en un penal de Tlaxcala y hoy las evidencias revelan que fue obligada a firmar una declaración fabricada, en la que reconocía su participación en el secuestro de una mujer, para evitar que torturaran a su bebé.

A pesar de las irregularidades, el pasado 12 de noviembre de 2024 el juez José Eduardo Morales, titular del juzgado del Sistema Tradicional Penal y Especializado en Administración de Justicia para Adolescentes, en Apizaco, Tlaxcala, sentenció a Keren a 50 años en prisión.

“Es un dolor muy grande” El teléfono suena. Una voz grabada me pregunta si acepto las llamadas desde el Cereso Femenil de Apizaco; es Keren, ahora de 28 años.

“Es un dolor muy grande, me han quitado la oportunidad de ser madre”, me dice.

César Contreras, abogado del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, asegura que la acusación contra Keren está plagada de irregularidades: la declaración de Diana —la persona secuestrada— tiene inconsistencias y no está firmada.

Fue una declaración ministerial y jamás fue ratificada ante un juzgado, es decir, legalmente no tiene ningún valor.

El centro comenzó la representación formal del caso en 2022; “En la declaración se utiliza el tema de la mala madre como una justificación para decir que traía a su bebé recién nacida; nosotros creemos que esa declaración fue construida y armada por el MP”, dice Contreras.

La frustración se acrecienta al saber que el padre de su hija, por el cual ella fue detenida, ya fue liberado en 2019, luego de cinco años en prisión; mientras tanto, Keren espera que estos días se resuelva una apelación con la que pueda salir de la cárcel. 



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