El Caribe, otro centro de operación de huachicol

Portada    martes, 13 de mayo de 2025

  • Desde Texas, crudo robado a Pemex disfrazado de “aceite industrial” llega a República Dominicana, Bahamas o Curazao; con un nuevo certificado de origen, se envía a Europa
  • Texas-el Caribe y Europa: otra ruta del huachicol mexicano
  • Petróleo robado de los ductos de Pemex es reetiquetado en EU y enviado a las Antillas; en Curazao se “limpia el rastro” y se envía a la UE: Tesoro

Miami.— Las rutas del huachicol parecen ser interminables. Según el Departamento del Tesoro estadounidense, después de que el crudo robado a Pemex es “legalizado” en Estados Unidos, viaja a refinerías, tanques de mezcla y centros logísticos en República Dominicana, Trinidad y Tobago, Bahamas o Jamaica. Allí se distribuye localmente o, como en Curazao, obtiene un nuevo certificado de origen y se envía a destinos en Europa.

En todos los casos, señala la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN) del Departamento del Tesoro, el estado donde comienza esta distribución es Texas.

Enviado como “aceite industrial técnico”, “residuos” u otros productos, el hidrocarburo llega al Caribe, manejado por empresas fantasma o bien firmas que oficialmente se dedican a negocios que no tienen que ver con crudo.

En algunos destinos el solo sello de Estados Unidos significa para las autoridades “garantía” de que todo está en orden, cuando no es así. En otros, los empresarios prefieren no preguntar.

Curazao es ya mencionado como “centro logístico para operaciones petroleras grises”, donde el crudo “robado a Pemex que llega con factura estadounidense se va con bandera de las Antillas Holandesas”, según Pieter Daal, sociólogo energético. Con ese sello, viaja a Europa.

Raquel Buenrostro, titular de Anticorrupción y Buen Gobierno, adelantó que la dependencia irá “con todo” en la totalidad de los casos de huachicoleo fiscal.

 

Miami.— En el mar Caribe, donde cada embarcación es una línea de vida para las islas que importan casi todos sus productos, la llegada de petróleo es cotidiana. Pero desde hace unos años, no todo lo que llega es petróleo limpio. El combustible que arriba desde puertos texanos a varias terminales del Caribe, con documentos que lo presentan como “mezcla industrial” o “aceite reciclado” de acuerdo con informes gubernamentales de Estados Unidos, en realidad proviene, se presume, de ductos petroleros perforados ilegalmente en México.

En otras palabras, huachicol, reetiquetado, facturado y embarcado a refinerías, tanques de mezcla y centros logísticos en República Dominicana, Curazao, Trinidad y Tobago, Bahamas y Jamaica. Las autoridades estadounidenses lo saben. Las locales aún lo están descubriendo.

República Dominicana se ha convertido en un destino clave por su posición estratégica y por contar con la Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa), que abastece cerca del 80% del mercado interno. Según datos de la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en coordinación con la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro, la Administración para el Control de Drogas (DEA), el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), a los que EL UNIVERSAL tuvo acceso, al menos tres embarques salieron entre 2022 y 2024 desde los puertos de Corpus Christi y Brownsville, Texas, rumbo a San Pedro de Macorís, declarando en sus facturas el envío de “aceite industrial técnico para recuperación térmica”.

Sin embargo, las empresas que actuaron como consignatarias en República Dominicana no figuraban en los registros aduanales con experiencia previa en importación de crudo. Una investigación del FBI reveló que una de estas firmas fue creada seis semanas antes del primer envío. El Departamento del Tesoro estadounidense advirtió en un comunicado reciente que “los cargamentos mal clasificados que se exportan desde EU como aceites técnicos pueden en realidad contener petróleo crudo mexicano ilícito. Su destino en el Caribe, donde la fiscalización es parcial, permite su inserción sin obstáculos”.

El gobierno dominicano no ha reconocido oficialmente que su infraestructura energética haya recibido crudo con origen ilícito, pero una fuente del Ministerio de Energía dominicano, citada por el periódico Listín Diario, integrante del Grupo de Diarios América (GDA), al que pertenece EL UNIVERSAL, afirmó que “las importaciones energéticas provienen de múltiples proveedores y si llegan con documentos certificados por aduanas estadounidenses, se procesan de acuerdo con la norma”.

Analistas del Caribbean Energy Forum advirtieron que las redes criminales instrumentalizan la confianza que se genera en la región cuando el embarque procede de EU. Joel Castillo, experto dominicano en comercio energético, declaró a El Caribe que “es indispensable que cada lote recibido se acompañe de análisis de trazabilidad independiente. El petróleo puede llegar en papeles como lubricante industrial, pero terminar refinado como combustible en una estación de Santo Domingo”.

Curazao, perdiendo el rastro

Curazao no sólo recibe petróleo, lo transforma. Tras décadas como centro de refinación para Venezuela, la isla ha mantenido operativas sus terminales de almacenamiento y mezcla, especialmente en el puerto de Willemstad. Esa infraestructura, señala el informe de la OFAC y la FinCEN, ha sido utilizada por empresas registradas en EU para exportar petróleo robado disfrazado de productos secundarios. “Los registros aduanales demuestran embarques enviados desde Houston con destino a Curazao, donde posteriormente fueron reetiquetados nuevamente para envío a Europa bajo documentos con origen insular”, señala una alerta de la FinCEN del 1 de mayo. El uso de la isla como paso intermedio permite que el crudo robado pierda su rastro, obtenga un nuevo certificado de origen y entre sin sospecha a mercados de la Unión Europea, donde los controles son más estrictos al ingreso directo desde Latinoamérica.

Aunque las autoridades de Curazao no han sido explícitas al respecto, la Oficina Central de Auditoría Fiscal de la isla neerlandesa admitió, en un informe de 2024, que “ciertos productos de hidrocarburos ingresan a zonas de libre comercio sin trazabilidad técnica suficiente, particularmente cuando provienen de intermediarios no registrados ante la Autoridad Portuaria”. Una nota del semanario Antilliaans Dagblad señaló que al menos dos compañías locales asociadas con traders de Houston y Brownsville están bajo revisión fiscal. El sociólogo energético radicado en Willemstad, Pieter Daal, declaró en una entrevista con Caribbean Today que “Curazao se convirtió sin querer en un centro logístico para operaciones petroleras grises. El problema es que esas zonas grises terminan protegiendo operaciones negras, como el crudo robado a Pemex que llega con factura estadounidense y se va con bandera de las Antillas Holandesas”.

Trinidad y Tobago tiene una de las industrias energéticas más desarrolladas del Caribe, con refinerías en operación, puertos especializados y una legislación avanzada en comercio de hidrocarburos. Sin embargo, también ha sido identificada por el Departamento del Tesoro como uno de los destinos donde se han detectado envíos de petróleo presuntamente robado. En 2024, dos embarques fueron exportados desde Texas a Puerto España con documentación que describía el contenido como “residuo técnico para combustión industrial”. Las empresas receptoras, según reportes de la DEA entregados al Congreso, no contaban con instalaciones registradas en el Ministerio de Energía ni antecedentes de importación. “Este tipo de operaciones utiliza facturas técnicas deliberadamente ambiguas para ingresar cargamentos de alto valor sin activar alertas regulatorias”, señala el informe interno del FinCEN titulado Petroleum Supply Chain Vulnerabilities.

Un portavoz del Ministerio trinitense de Energía, citado por el Trinidad Guardian, dijo que se había solicitado información adicional a la embajada estadounidense y que “la nación se compromete a asegurar la integridad de su sistema energético”. Mientras tanto, el economista petrolero Patrick Chin, en su columna semanal en The Loop TT, planteó que “el que compra más barato, sin preguntar de dónde viene, se convierte en cómplice, aunque lo niegue. Si un trader en Houston te ofrece crudo a 25 dólares menos que el mercado y todo lo que te entrega es una factura donde dice ‘aceite térmico’, sabes lo que estás comprando. O prefieres no saberlo”.

Bahamas no posee una industria de refinación relevante, pero es un punto clave de paso y almacenamiento. El puerto de Freeport, en la isla de Gran Bahama, es uno de los nodos más importantes de tránsito energético del Caribe. En agosto de 2024, una barcaza arribó con carga proveniente de Río Hondo, Texas. La documentación presentaba el contenido como “lubricante procesado para reciclaje”, emitido por una empresa texana ya sancionada por el Tesoro de EU, Arroyo Terminals, LLC. El FBI rastreó el embarque y detectó que la empresa receptora tenía registro en Nassau, pero no instalaciones físicas visibles, y que el pago fue canalizado a través de una cuenta bancaria en las Islas Vírgenes Británicas. Según el vocero del Tesoro, Jeffrey D. Adams, “el caso de Bahamas es emblemático y claro. El petróleo robado pasa por ahí como un fantasma, con papeles válidos, pagos indirectos y cero preguntas al llegar”.

Jamaica presenta uno de los escenarios más visibles, debido al historial reciente de controversias en su refinería estatal, Petrojam. En 2023, tres embarques llegaron desde Texas a Kingston con facturas emitidas por empresas texanas desconocidas, que clasificaban el contenido como “mezcla recuperada para uso industrial”. FinCEN advirtió que estas compañías no estaban registradas como exportadoras de hidrocarburos ante la Agencia de Protección Ambiental de EU y que dos de ellas habían sido constituidas en Delaware apenas semanas antes del envío. Una investigación abierta por HSI y el IRS vinculó los pagos de las transacciones con cuentas en Florida y Panamá, lo que activó las alertas de posible lavado.

En conjunto, estos países forman un circuito vulnerable que ha sido absorbido por una red que inicia en los campos petroleros saqueados de México, se blanquea en las terminales industriales de Texas y navega bajo el radar hasta las islas del Caribe. Como concluye un memorando de FinCEN ante el Comité Bancario del Congreso estadounidense, “el crudo —mexicano— robado no desaparece. Se reinventa. Se adapta a las grietas de los sistemas logísticos. Y mientras no se refuercen los controles aduanales, financieros y diplomáticos, seguirá navegando por el Caribe con bandera invisible”. •

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